Buenas tardes,… a todas y todos… los que han decidido asistir a
esta presentación y a los que por diversos motivos no lo han podido hacer, pero
se han sumado con mensajes de adhesión y con diversas aportaciones y
sugerencias. Gracias a la representación de la familia Borges Estévanez que hoy
nos acompañan. Antes de comenzar, nuestro agradecimiento al Ateneo de La Laguna
y a su Presidente D. Antonio Pérez Díaz por las facilidades que nos han dado
para organizar este acto. Gracias amigas y amigos.
Nos reunimos hoy, en este Salón de Actos del Ateneo de La Laguna, en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, en
la ciudad de Aguere, o si se
prefiere ciudad de los Adelantados, ciudad
ligada a la memoria y al recuerdo de nuestro personaje, porque dentro de su perímetro
urbano se encuentra la Casa de Santa María de Gracia, de la Casa de los
Estévanez, de los Borges.
Era canario de nacimiento y de
sentimiento; por esto mismo, se consideraba africano y antieuropeísta, ateo y
anticlerical, era un revolucionario, anarquista y defensor de la República
Federal, también fue en el pasado, un militar singular comprometido con su
oficio, que permaneció en las filas del ejército español, mientras sus ideas no
se lo impidieron; fue desde siempre poeta, periodista y traductor de obras de
clásicos latinos, griegos y franceses, autor de diversas obras literarias de
difusión y gran aceptación en Latinoamérica.
Estévanez fue además un hombre de
acción, un conspirador y un revolucionario que participó en los preparativos de
la "Revolución Gloriosa" de septiembre de 1868, en los levantamientos
federales de 1869 y 1872 y comienza a brillar con luz propia en la República de
1873. Estévanez forma parte del sector más revolucionario y avanzado del
Partido Republicano Federal de los llamados "intransigentes". Otro
tema que también preocupó a Estévanez y que está presente en su pensamiento y
en sus obras, es la lucha de su querida Cuba por la libertad y emancipación
política.
Tras el golpe del General Pavía,
que acaba con I ª República, Estévanez se exilia voluntariamente en compañía de
su familia (con su hermano Patricio incluido), con una primera etapa en Lisboa
y Oporto, de donde es expulsado por sus actividades conspiradoras y por
petición expresa del gobierno de la Monarquía de la Restauración, a través de
su Embajador en Lisboa. Estévanez no podía mantenerse impasible siempre estaba
realizando incursiones desde Portugal, por Extremadura o por donde fuera
posible, para intentar encabezar levantamientos republicanos.
De Lisboa marcha a Londres para
finalizar su periplo de exiliado en el París cosmopolita y cultural de la III ª
República Francesa, que será también el lugar de refugio de otros republicanos
españoles y de revolucionarios de diferentes países.
Estévanez encuentra trabajo como
traductor en la Editorial de los Hermanos Garnier, siendo éste su principal
medio de subsistencia; al mismo tiempo seguirá escribiendo poemas y colaborando
en la prensa hasta su muerte en 1914. Hasta 1880, permanecerá a su lado
Patricio, su hermano que compartía pensamiento e ideales con él. A partir de
1882, va a contar con otro canario a su lado, en París, en la Editorial de los
hermanos Garnier, con el lanzaroteño Elías Zerolo Herrera, republicano federal
como él. Elías se va a encargar de la sección de libros para Hispanoamérica de
la editorial, y de la edición de un Diccionario Enciclopédico de la Lengua
Castellana, que elabora con las aportaciones de muchos intelectuales y
escritores españoles y latinoamericanos que enriquecen con sus trabajos, esta
obra que tendrá una amplia difusión en América del Sur.
En ningún momento dejó de
colaborar o participar activamente en todas las actividades que se organizaron
para acabar con la monarquía y conseguir la vuelta de la República, que esta
vez fuese la federal, no la unitaria, centralista y burguesa 1873. Se mantendrá fiel a Pi y
Margall, hasta su muerte en 1901, a pesar, de haber sido siempre partidario de
la acción insurreccional frente a la vía parlamentaria que defenderá el
político catalán.
En el transcurso de su vida, la
estancia más larga de Estévanez en Canarias corresponde a su infancia y
adolescencia (1838-1852); después se traslada a Toledo a estudiar su carrera
militar y hasta la Revolución de 1868 no vendrá a las islas sino en tres ocasiones:
1857, 1862 y 1866, y durante cortas estancias. Desde el Sexenio Revolucionario
hasta su muerte en 1914, Estévanez no hará sino un viaje que se sepa a su
tierra natal, de paso para La Habana en 1906. A su regreso de Cuba, desde 1909,
fijará su residencia en París, hasta su muerte el 19 de agosto de 1914.
En esta presentación, nos
proponemos acercarnos a los Episodios Africanos, en el contexto de la vida y de
las obras de su autor, así como del análisis de sus interpretaciones, a la luz
de las fuentes historiográficas más seguras y fiables. Por razones de brevedad,
solamente destacaremos algunas cuestiones por su actualidad y plena vigencia.
Nos
ocuparemos de la africanidad de Canarias y de la configuración de África en el
pensamiento de Nicolás Estévanez y dejaremos para los lectores del libro los
tres conflictos bélicos africanos: Las Guerras Franco-Argelinas, la Guerra de
Marruecos y las Guerras Anglo-Boers, que hemos desarrollado en la Introducción
incluida, para ayudar a contextualizar y comprender el texto escrito por
Nicolás Estévanez.
Los Episodios Africanos de Nicolás Estévanez y Murphy,
constituyen una obra que por su contenido temático, merece ser editada de
nuevo, para que pueda ser objeto de la atención, conocimiento y estudio la
valoración que realiza nuestro paisano del cercano continente que a pesar de
ello se encuentra alejado de nuestro interés, porque desde hace mucho tiempo
estamos sometidos a una especie de "lavado de cerebro" que nos
quiere convencer que somos europeos y no africanos. La africanidad de Canarias no es cuestionable ni se puede modificar
desde Bruselas o Madrid. Es una realidad geográfica que nos convierte en un
archipiélago africano que debe comenzar a orientar su futuro hacia nuestros
vecinos continentales.
La primera edición de esta obra de
Estévanez, la publican los Hermanos Garnier en París a finales del siglo XIX, en
1897, en un contexto internacional presidido por la inminente derrota española
en Cuba y Filipinas, que coincide con el nacimiento de una nueva potencia
imperial, los Estados Unidos de América.
En los Episodios Africanos,
Estévanez advierte que no pretende hablar del "porvenir de África, pues no presumimos de profetas. Hablaremos, sí, de
su pasado, que es interesante y gloriosísimo". Aunque conviene
precisar que tampoco es su intención, "escribir
la historia de ese desdeñado continente y de sus bellas islas; ni siquiera la
de su zona o zonas habitables". Su libro contiene el relato de una
serie de episodios "que han tenido
por teatro la africana tierra, las empresas de algunos de sus exploradores, los
hechos más memorables ocurridos". Pensamos que esta obra de Nicolás
Estévanez contiene reflexiones, análisis, opiniones e informaciones que
conservan su plena vigencia, a pesar del tiempo transcurrido desde su edición
en 1897. Por todo ello consideramos un acierto la decisión de Ediciones Idea de llevar a cabo esta
nueva edición comentada de los Episodios
Africanos de Estévanez.
En el conjunto de sus obras, no es
la única ocasión en la que Estévanez se ocupa de estas relaciones con el vecino
continente, en muchos artículos y en otras obras, siempre manifiesta sus
simpatías por África y nos plantea las bases argumentales de la defensa de la
africanidad del archipiélago canario. Nicolás Estévanez siempre se consideró
africano, por haber nacido en Canarias. Incluso podemos decir que se sintió más
cercano también al continente americano que a Europa. Sobre todo a su querida
Cuba, la perla de las Antillas.
En el pensamiento de Estévanez, la
africanidad de Canarias se configura como el hilo conductor que le inspira en
la elaboración de sus Episodios Africanos. Las Canarias no pueden convertirse
en un archipiélago europeo, por el capricho de algunos o las conveniencias de
otros. Su pensamiento se caracteriza por un marcado carácter anti europeísta,
como queda patente, una vez más, en el siguiente párrafo, con el que concluye
sus Episodios Africanos: "Si América
no existiera, sería preciso crearla; si África
no estuviera a dos pasos de nosotros, incitándonos con su hermosura, habrá que
desesperar del porvenir. Porque Asia
está cansada, esquilmada, consumida; Europa
es inhabitable, es diminuta, es un antro de degradación y de miseria; y la
humanidad necesita para llenar sus fines y alcanzar su completo desarrollo,
campos vírgenes, brisas de libertad y un sol de fuego"
En sus Memorias, Estévanez también nos da fe de lo expuesto. En la Guerra de Marruecos, cuando se
entierran los cadáveres de los marroquíes, que habían caído en una reciente
batalla, Estévanez dice: "Aquellas
víctimas de nuestras balas me interesaban tanto o más que nuestros muertos, no sé si por ser africanos como yo o porque es más sensible el sacrificio de
los que no tienen culpa en el desastre". En esta ocasión, Estévanez
señala que su africanidad la disfruta
por el hecho de ser canario de nacimiento.
Para Estévanez en los Episodio
Africanos: "América y África son los continentes de lo
porvenir. Poblada América, en la que
cabrán holgadamente 1.800 millones de habitantes, civilizada África, no obstante las resistencias que se opongan,
llegará un tiempo en que de la actual preponderante
Europa solo quede el recuerdo". Estévanez tiene una visión
catastrófica y pesimista del futuro de Europa: "¿Quién ha de acordarse de la actual Europa
ni de sus monarquías, de sus combates ni de sus miserias, cuando haya
sociedades más perfectas en continentes mejores?".
En su África del futuro, se pasaría por una primera etapa en la que se formarían
las nacionalidades africanas que surgirían de la mezcla y fusión cultural entre
las actuales nacionalidades europeas y las diversas etnias africanas. En los
Episodios Africanos el proyecto africano de Estévanez pasa por el abandono de
Europa y la refundación de la civilización en los territorios del continente
africano de regímenes republicanos en el contexto siempre de la deseada
República Federal Universal, dicho en sus palabras: "Antes que llegue el día de su completa fusión, subsistirán las razas
mucho tiempo con sus méritos y sus deméritos, con sus vicios y con sus
virtudes: en el África ibérica, osada
y conquistadora; en el África gala,
sociable y atractiva; en el África
germánica, dominadora y absorbente; en el África británica, soberbia, industrial, cosmopolita: en el África latina, artista, creyente
soñadora; en el África eslava, tenaz
y perseverante, que habrá encontrado su tierra de promisión al gozar de un
cielo azul entre ríos que no se hielan; en el África árabe, la más valiente de todas; en el África negra, poblada por los hombres más vigorosos del mundo".
Así pues, en ese periodo
intermedio o de transición Estévanez mantiene una «España» que comprende
también a Portugal y a las restantes nacionalidades de la Península ibérica que
«comprenderá el actual Marruecos, el
Sudán Occidental y las mejores islas del Atlántico». Entre estas islas
estarán sin duda las Canarias, que
se salvan junto a la Madeira y las Azores del «cataclismo» que acaba con
la vieja y caduca Europa. Pero estas
islas del Atlántico se salvan de esta catástrofe precisamente por ser
africanas.
En el siguiente párrafo Estévanez
nos muestra su ideología en estado puro, ya que éste periodo será: "Un largo periodo de transición, en el cual
se irán formando la noble humanidad del porvenir y la lengua universal. Pero ya
en ese tiempo se podrá vivir y tendrán sentido positivo las palabras libertad,
fraternidad, amor; ya no habrá dinastías por derecho propio ni por voluntad
ajena que ensangrienten los valles y los montes; ya no existirá el vampiro de
apariencia humana que se alimenta con la sangre y el llanto de su prójimo; ya
no serán esclavas las mujeres ni habrá huérfanos y desheredados".
Después de este periodo inicial
—como Estévanez señala— desaparecerán las fronteras y hasta la idea misma de
nacionalidad, en esa utópica África del futuro: "Se gobernaran los pueblos por sí mismos, sin reyes odiosos ni
parlamentos inútiles; no habrá periódicos de empresa ni de partido, sino que
cada hombre publicará su diario o semanario, órgano de sus necesidades,
pasiones o caprichos, que le servirá para comunicarse con sus vecinos, con sus
parientes, con todos sus semejantes; no habrá las inmensas e inmundas aglomeraciones urbanas del siglo
XIX, pues cada hombre poseerá una casa con jardín, a tiro de fusil del vecino
más cercano; las casas no tendrán más de dos pisos, y a lo sumo una torre con
el pararrayos, el paralluvia, el telégrafo. Atraerá el hombre las nubes o las
formará cuando las necesite, disponiendo a su antojo de la lluvia y de la electricidad.
La servidumbre doméstica habrá desaparecido, no solamente por exigencia de la
dignidad, sino por ser inútiles servicios los de un hombre asalariado para
quien dispone de las fuerzas inmensas e inagotables de la naturaleza".
Nos parece interesante destacar en
el anterior párrafo, por su carácter premonitorio, la existencia de esos
diarios o semanarios que publicará cada individuo, que podría ser una profecía
inconsciente del actual mundo de las redes sociales o de los Blogs personales
de la Era de Internet.
En los Episodios Africanos, dedica un capítulo al estudio de las islas de África. Aunque se ocupa
de otras islas, como la Madeira, se
refiere con cierta amplitud a las islas donde nació: las Canarias. Archipiélago "que se extienden alrededor de la de Tenerife como hijas en torno de su
madre. El Teide majestuoso, vulgarmente llamado el Pico de Tenerife, se divisa
desde todas ellas y aun de mayor distancia, y parece que las protege a todas,
que a todas las domina".
Sigamos con la descripción de
Canarias como archipiélago africano, que nos hace Estévanez en sus Episodios Africanos. «Estas islas, llamadas por los antiguos las
Afortunadas, siguen mereciendo —según Estévanez— el nombre por su hermosísima naturaleza, aunque en otros conceptos
merezcan mejor fortuna que la debida por ellas a la fatalidad».
Canarias fue primero obligada a
unir sus destinos a los de América, en todo menos en la emancipación colonial,
y ahora vuelve a forzarse su destino, obligándola a ser una «colonia europea»,
en contra de los verdaderos intereses canarios, que deberían dirigir su mirada
hacia el vecino continente africano. Los canarios se vieron obligados a
"emigrar" hacia América desde época muy temprana, y cuando llegó el
momento, algunos lucharon junto a los próceres de la independencia
latinoamericana. Como nos señala Estévanez el Episodios: "Si los hijos
de Canarias, dotados de singular fortaleza, no han ido mucho más lejos en
empresas africanas, es por haber contribuido con los demás españoles a la conquista
y población de América. En todo el Nuevo
Mundo se encuentra a los hijos de Canarias, y muchas ciudades les deben su
fundación".
Esta forzada
"emigración" privó sin duda a las islas de mano de obra para su
agricultura, y del elemento más combativo y concienciado de sus clases
trabajadoras. En estas condiciones, era difícil que en Canarias se cuestionara
nada su población, ni su españolidad y menos aún que se formara una conciencia
nacional y se luchara por la independencia. No resulta extraño que las únicas
voces en esta línea surjan precisamente en las filas de los emigrantes canarios
en América, como Secundino Delgado y otros.
En el caso concreto de Canarias,
Estévanez no considera posiblemente a las islas como colonias porque cuando
pública los Episodios Africanos, existe el riesgo real comprobado de que
Canarias pudiera ser invadida por los Estados Unidos o reclamada por Gran
Bretaña. También podemos añadir una tercera justificación, Estévanez sigue
participando en la vida política española, ayudando en la dirección del Partido
Republicano Federal a Pi y Margall.
Y
ocupando este cargo de responsabilidad, no era conveniente que manifestara unas
posiciones críticas respecto a la política exterior de los gobiernos de la
Restauración, que no iban a ser permitidas por la implacable censura monárquica
que impedía la libertad de expresión y de pensamiento de sus súbditos. Además,
de esta forma podemos añadir que Estévanez se suma a la campaña que realizan
algunos intelectuales canarios de la época, con la finalidad de afianzar y
defender la españolidad del archipiélago en el transito del siglo XIX al XX.
La "españolidad" de las
Islas ha sido siempre, en la Historia de Canarias, una bandera en manos de las
clases dominantes del Archipiélago para solicitar ayuda en forma de
subvenciones y privilegios fiscales de la Metrópoli. Cuando no se conseguía lo
pedido circulaban por doquier rumores y noticias sobre posibles anexiones,
compras o cambios de alguna potencia europea, lo que por otra parte podía ser
más o menos cierto. Lo característico y peculiar del colonialismo español en
Canarias es que las islas han dejado de ser colonias sin que nadie haya sabido
nunca como ha sido ese cambio tan íntimo y político que España no ha podido
patentar y exportar, incluso se puede sospechar que sigue siendo colonia o
región ultra periférica.
Las islas pueden desarrollar un
papel civilizador en los continentes cercanos, como en el caso de las islas
europeas desde el "Archipiélago helénico pasó al continente la sabiduría; de
las Antillas pasó al continente americano la civilización". A las que podemos
añadir las evidentes influencias civilizadoras de las islas británicas y Europa
en la Revolución Industrial o de las islas del Archipiélago Japonés en Asia en
la época Meiji. Estévanez quiere reservar una misión "civilizadora"
análoga a los canarios, una empresa "no colonizadora" de África:
"No tardaran los canarienses en
fundar colonias en la costa de África; fundadas por ellos, tendrán semilla de
prosperidad. Los isleños son más laboriosos que cualquiera otra raza conocida,
y tanto como trabajadores son perseverantes. En su sangre tienen algo del
azufre de los cráteres, mucho de sal marina que en sus playas tibias deposita
el mar; en su espíritu sereno se refleja la tranquilidad del ambiente puro de
su patria, revelando siempre que han nacido entre un cielo sin nubes y un mar
de lontananzas infinitas".
Concluyamos con la representación
caracterológica de la personalidad de los canarios, así como sus cualidades y
virtudes que destaca Estévanez en los Episodios que hoy presentamos y
recomendamos, nos dice que los canarios: "Criados entre volcanes de laderas pedregosas, tienen la agilidad del
montañés y el espíritu independiente de las montañas libres y la mar indómita;
pero la independencia del canario no es la que se hace visible por la protesta
continua y la rebeldía constante, sino la que se aísla, se concentra, se
respeta a sí misma y desprecia lo demás. El canario no amenaza ni promete ni
ambiciona; encerrado en sí mismo, goza en la contemplación de todo un mundo
ideal, sin cuidarse de externos convencionalismos".
Y para terminar, debemos recordar que
en 2014, el próximo año nos proponemos celebrar como se merece el Centenario de
la muerte de D. Nicolás Estévanez y Murphy, es propósito de la A. C. "DLSDA"
que presido, promover la organización de un gran homenaje, con actos culturales
a celebrar en todas y cada una de las islas. Con este fin, hemos pensado en la
necesidad de constituir una "Comisión Organizadora para la Conmemoración
del Centenario de la muerte de D. Nicolás Estévanez y Murphy". Entre las
posibles tareas a realizar, la Asociación Cultural "Desde la sombra del
Almendro" ha comenzado las gestiones encaminadas a conseguir si fuera
posible el retorno a Tenerife de sus restos desde el Cementerio parisino de
Père Lachaise donde se encuentran depositadas sus cenizas. Gracias.